Aunque, sin duda, lo más llamativo de este notable film sean las interpretaciones de la pareja protagonista (sin olvidar a un magnífico grupo de secundarios encabezados por el lúcido veterano Bosco), sus virtudes no se quedan ahí. También encontramos un magnífico y arriesgado guión que encuentra siempre el tono y el equilibrio correcto entre drama y comedia y una dirección ajustada siempre al servicio de las necesidades de la historia.
Dos hermanos, Wendy y Jon, tras vivir años separados, se ven obligados a convivir juntos para cuidar de su padre enfermo, Lenny Savage, con el que no se hablaban en los últimos veinte años.
Hay que decir, sin embargo, que estamos ante un film claramente minoritario en su condición de seco estudio de las terribles consecuencias de la decrepitud y de las miserias secretas de la familia. Por ello puede resultar deprimente en muchos momentos, aunque nunca se cargan las tintas melodramáticas y está salpicada de momentos divertidos y, alguno, por parte del impresionante Hoffman, descacharrantes.
Finalmente, indicar que el desenlace es tan esperanzador como realista.