Una sátira política que ha sido comparada, y no es descabellado, con “Teléfono rojo ¿volamos hacia Moscú?”. Si bien es cierto que el tiempo pondrá a cada una en su lugar, el nivel de sarcasmo, perspicacia y mala uva alcanza cotas poco habituales en un cine tan mimético y poco arriesgado como es, en líneas generales, el actual. La estupidez, el arribismo y la incompetencia de los políticos a ambos lados del Atlántico está mostrada de manera demoledora.
Todo empieza cuando el Presidente de los Estados Unidos y el Primer Ministro británico deciden iniciar una guerra. Esta vez prometen ser rápidos. Promesa que ni el general estadounidense Miller (Gandolfini) ni el Secretario de Estado británico para el desarrollo internacional, Simon Foster, creen. Pero, después de que Simon respaldara accidentalmente la acción militar en horario de máxima audiencia en la televisión, se gana sin quererlo muchos amigos en Washington, DC.
Para aficionados al humor inteligente que no deja títere con cabeza entre los poderosos y muestra sus verdaderas miserias sin contemplaciones. También para degustadores de buenas interpretaciones y mejores diálogos.
El ritmo de los diálogos es tan frenético que a veces es difícil de seguir, pero lo que se llega a escuchar ya vale la pena. Posiblemente, uno de los mejores guiones del año.