Entretenida comedia que lo confía casi todo a la vis cómica de la pareja protagonista, en la que, para mi gusto, Tina Fey se come con patatas a un demasiado blandito Carell, que sólo brilla cada vez que se enfrenta al poderío físico de Whalberg en un papel autoparódico.
Una pareja casada cuya rutina de salidas nocturnas se convierte en mucho más que salir de cena o ir al cine, la noche que deciden “robar” una mesa reservada a una pareja que no se presenta en uno de los restaurantes más chic de Manhattan.
Se puede ver, pero sin grandes expectativas previas.
Contada con buen ritmo y trufada de golpes de humor, destaca por su utilización de Manhattan como un personaje más, por un original persecución en coche y por un estupenda escena entre James Franco y Mila Kunis.