En el cine estadounidense actual, para bien o para mal, esta Malick a un lado y todos los demás al otro. Malick crea poesía cinematográfica que no se merece estar, por ejemplo, en la sala 13 entre Esta abuela es un peligro 2 y La pantera rosa. Más que una película, un medio de transporte a los paraísos perdidos del ingenuo salvaje, un film intensamente lírico, casi mudo en bastantes fragmentos, en el que los sonidos de la naturaleza son más importantes que las soeces palabras y en el que con un gesto, una mirada dice mucho más que la mayoría del cine comercial de todo un año. Además, una sublime reflexión sobre el amor en las diferentes etapas de la vida del ser humano.
Deserciones masivas de público engañado por un trailer que condensa los 5 minutos de acción de toda esta sublime, imperfecta, necesaria e inasible obra magna.
Ambientada en los primeros años de la América colonial, a principios de siglo XVII, se analiza la manera en que America del Norte fue colonizada, con el trasfondo de la historia de amor entre el capitán John Smith y la princesa india Pocahontas. Acontecimiento para los verdaderos y escasos cinéfilos. La cuarta obra en 33 años de un poeta del cine que nos ha regalado Malas tierras –1973-, Días del cielo-1978- y La delgada línea roja-1999-
¡Atención! Esto no es una peliculita fastfood para ver mientras se toman palomitas. Es poesía cinematográfica (buena o mala, cada uno tendrá su opinión) y es lo opuesto a un film convencional y previsible. A mí, personalmente, me maravilla e hipnotiza.