Tal y como la recordaba de cuando la vi hace una década. Una película hecha con el objetivo cumplido de romper la taquilla usando aspectos muy en boga en el momento (baile, discotecas, moda, libertad sexual) pero que no se queda en eso. La cinta, a su manera, analiza las clases sociales, la falta de oportunidades y de aspiraciones, los prejuicios sociales, las dudas religiosas, el complejo de culpa católico y la inconsciencia…
Tras seis días de trabajo en una tienda de pinturas de Brooklyn, Tony Manero se empapa en colonia Brut, se pone una camisa de flores ajustada, pantalones de tela de gabardina y zapatos de plataforma, y se prepara una vez por semana para la «Fiebre del sábado noche». En la discoteca de moda, Tony deslumbrará a todos con lo que mejor hace: bailar. Y en la pista es el Rey.
Si no odias a Toni Manero y todo lo que el paso del tiempo y las generalizaciones que la cultura popular hace de sus iconos, lo puedes pasar francamente bien.
Bueno… y la música de los Bee Gees y compañía es una pasada, por supuesto.