Un ejemplo paradigmático de cómo no dirigir una comedia. Los gags están mal filmados, montados y planificados. Todo da una sensación de caos total, pero no divertido, aburridísimo. Si no fuera porque todos los técnicos rayan a gran altura, sería imposible verla hasta el final.
La histeria colectiva invade las costas de California en los días posteriores al ataque japonés en Pearl Harbor. Un submarino nipón se ha extraviado y la población teme una invasión.
Hay que evitarla. Especialmente una versión extendida que cayó en mis manos que aún hace más largo el suplicio y agota con el continuo cambio de versión doblada a subtitulada y viceversa.
Verla sólo me sirvió para recordar a uno de mis amores de pubertad olvidados: Dianne Kay, la hija mayor de la inolvidable serie Con ocho basta.