La incoherencia del discurso, en el cine, es un coñazo

Se ha criticado bastante la inadecuada dirección del autor de Orgullo y prejuicio y Expiación al adentrarse en esta historia tan alejada espacial y temporalmente del universo de sus anteriores películas. Es cierto que pedantemente le gusta dejar su sello en todos los planos. Pero algunas de sus soluciones visuales, junto a la labor de Robert Downey y lo que tiene de documental de los centros de ayuda social de Los Angeles, son lo que realmente te libra del sopor de esta película digna pero mil veces vista y bastante cansina sobre talentoso con problemas mentales. Y es que Foxx está insoportable por momentos ya que la incoherencia discursiva no funciona en el cine: sólo hace falta revisar las peores películas de Cassavetes.

El film narra la historia verídica de Nathaniel Ayers (Jamie Foxx), un prodigioso violinista que en su segundo año de conservatorio desarrolló esquizofrenia y acabó viviendo en la calle, en donde fue descubierto por el periodista de Los Angeles Times Steve Lopez (Robert Downey Jr.) en el año 2005.

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