A pesar de algunos defectos de guión y dirección, la noruega Bier, autora de los films Después de la boda y Hermanos, sale más que airosa de su debut hollywoodiense, consiguiendo dos logros nada fáciles. Por un lado, consigue interesarnos, bastante más que la mayoría de sus colegas estadounidenses con una trama no demasiado original. Por otro lado, no se pliega, ni mucho menos a las exigencias de la industria americana, y rueda un film coherente con su carrera anterior.
Tras perder a su marido en un suceso violento, Audrey Burke, madre de dos hijos, forja una especial relación con Jerry Sunborne, un ex-heroinómano que fue el mejor amigo de su marido en la infancia. Audrey ofrece cobijo a Jerry con la esperanza de que pueda ayudarle a ella y a sus dos hijos a enfrentarse a tan terrible pérdida. Mientras, Jerry libra una batalla diaria para alejarse de las drogas.
El guión del film trabaja de manera notable la narración diacrónica y sus mayores defectos vienen por la sensación que nos embarga, en ocasiones, de que está escrito siguiendo un manual de escritura y perfeccionamiento de libretos cinematográficos. Por otro lado, la dirección abusa, como es habitual en los últimos tiempos, del primer plano y el plano detalle. De todas maneras, es cierto que, en esta ocasión, está justificado por el tono claustrofóbico e intimista del relato, acentuado por una fotografía tan virada a gris que prescinde totalmente de los colores vivos e intensos..
Por último señalar el magnífico trabajo de la pareja protagonista. Junto a una Halle Berry intensa y que se atreve a aparecer en pantalla nada favorecida, encontramos al siempre intenso Del Toro, que trasmite a la perfección el tormento interior de su personaje.