Revisitación de un tema clásico del cine estadounidense: el perdedor que se encuentra ante el reto de aprovechar una nueva (y posiblemente) última oportunidad. No estamos ante una gran película ya que, una vez presentado magníficamente el personaje y sus relaciones y el conflicto al que se enfrenta, el actor debutante tras las cámaras, Scott Cooper, no consigue mantener el pulso en el tercio final, a pesar de que la secuencia del centro comercial si capta, vivamente, nuestra atención.
Bad Blake es un cantante de música country que vive una vida apartada de la sociedad, que ha pasado por demasiados matrimonios y ha tomado demasiado alcohol en su vida. Cuando parece que nada puede salvar la existencia de Bad, aparece Jean, una reportera que descubrirá al verdadero hombre tras esa dura apariencia.
Absolutamente recomendable para fans de Bridges (por fin reconocido por la Academia), para seguidores de la música country y del género «americana», ambientado en las pequeñas poblaciones rurales estadounidenses, preferiblemente del Sur y el Medio Oeste americano. Plagado de magníficos planos generales del desierto, moteles cochambrosos, boleras malolientes y bares de country donde el tiempo se ha detenido.
La película crece cuando el protagonista se relaciona con los magníficos Maggie Gyllenhal y Colin Farell. El cine independiente actual peca de aislar totalmente de su entorno a sus criaturas, olvidándose del fundamental contexto socio-cultural. Los duelos actorales y musicales de Farell y Bridges son magníficos. Lástima que Fox España, con la racanería que le caracteriza, no haya subtitulado las letras de las canciones, entre ellas, la ganadora del Oscar. Estos poemas contemporaneos son fundamentales para entender y apreciar en su totalidad este film a defender.