Un drama desgarrador que, en otras manos, hubiera resultado lacrimógeno pero que a los mandos de Pakula, resulta convicente, conmovedor, creíble y revelador.
Pakula realiza aquí, probablemente, uno de sus trabajos más sólidos. Quizá, menos arriesgado formalmente que otros pero con aliento más clásico y pulso más firme.
El punto de vista de un joven idealista e ingenuo es el mejor para acercarse a las vidas de dos personas tan baqueteadas como Kline y Streep.
Pero, por encima de todo, la película es Meryl Streep. No tengo palabras para describir la capacidad que tiene esta gran actriz para hacer creíbles todos sus papeles, consiguiendo trasmitir todos los gestos, emociones de la naturaleza humana, aparte de su legendaria capacidad para la asimilación de todo tipo de acentos. Streep no interpreta un personaje, se convierte ante nuestros ojos en esa persona. Es la más grande. Y encima, sin ser una belleza ni mi tipo, en absoluto, consigue resultarte siempre de lo más atractiva.
El relato de una mujer polaca marcada por las duras decisiones que ha tenido que tomar en su vida, principalmente cuando estuvo interna en un campo de concentración nazi.
Imprescindible cita para los amantes del cine «serio» de principios de los 80, habitualmente basado en una sólida base literaria. Gustará a los que sepan valorar una narración pausada y elegante que se toma su tiempo a la hora de narrar historias humanas alejadas de toda la parafernalia del cine más comercial actual.
Imprescindible verla en versión original. Los diferentes idiomas y acentos son absolutamente necesarios para la completa aprehensión de las emociones de la historia.