Genuino vitalismo

El nuevo film de Donaldson ignora totalmente modas y tendencias y se decanta por un tono vitalista y grato alejado de las pesimistas y oscuras visiones del mundo del cine del nuevo milenio. No estamos, ni mucho menos, por ello en el terreno del almíbar sino en un tono más cercano al chascarillo, al compadreo despierto e ingenioso de la Ealing, esa inteligencia emocional del hombre sencillo pero lúcido. La cinta es, ante todo, Hopkins en una de sus mejores recreaciones recientes, ya que se enfrenta desnudo a un personaje que nada tiene que ver con el Hannibal Lecter y otros roles excesivos y desaforados a los que ha dado vida. Burt Munro, un anónimo neozelandés Burt Munro, que se pasó años construyendo una moto que le permitiera establecer un récord de velocidad en las llanura de sal de Bonneville, en Utah, en los años setenta.

La cinta está divida en tres partes bien diferenciadas. La inicial se desarrolla en Nueva Zelanda y en el carguero que traslada al héroe a los Estados Unidos y se erige en una aceptable presentación de personajes.

La segunda tiene una estructura de road-movie y es, sin duda alguna, la mejor de las tres. Pocas veces se ha reflejado tan bien en el cine lo que supone el aterrizaje brusco en los USA de un extranjero anglófono. Para el hablante de otro idioma ya está asumido que llega a un universo totalmente diferente (organizamos el mundo según nuestra lengua materna), pero Munro el choque es más brutal porque entiende lo que dice la gente pero no cómo se mueven por la vida. Munro llega a la Norteamérica de principios de los 70, marcada por los movimientos contraculturales, la Guerra del Vietnam y la violecia latente. Seguro que Donaldson, australiano, y Hopkins, inglés, han introducido parte de sus experiencias de su aterrizaje en Hollywood. En su viaje Munro se encuentra con toda una serie de personajes entre marginales y solitarios (un travesti, un indio, una granjera necesitada de cariño, un chaval a punto de ir a la Guerra) con los consigue tener un buen feedback.

La tercera y última parte resulta también entrañable pero decae sobre la anterior ya que se centra en la consecución del récord que le dio fama mundial en ese terreno, tema de limitado interés para parte del público.

Destacar, por último, los excelentes secundarios, que son decisivos para el absolutamente agradable regusto final.

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