Es personal y genuina y se nota que el director y guionista ha filmado la película que quería para su debut, sin pensar en modas o fórmulas gastadas pero con renta en taquilla. Otra cosa es que haya dado en el clavo, pero al menos se ha de apoyar su valentía y originalidad.
El secretario general de la ONU anuncia que un gigantesco meteorito se estrellará contra la Tierra en setenta y dos horas, acabando con toda la humanidad. La desesperación, el caos y la muerte recorren el planeta. Los habitantes del perdido pueblo de la Laguna escuchan aterrorizados la noticia. Alex, un joven frustrado que vive con su madre y hace chapuzas a domicilio, decide pasar sus últimos días encerrado, emborrachándose y oyendo su música favorita. Sus planes cambiarán de golpe cuando se ve obligado a ayudar a su madre, Rosa, y a los cuatro hijos de su hermano Tomás ante la llegada de Lucio, un desconocido, ambiguo y desconcertante personaje cargado de misteriosas intenciones.
Desconcertará y molestará al público consumidor de miméticos y entretenidos blockbuster hollywoodienses de ciencia-ficción, ya que la expresión anécdota argumental le viene como anillo al dedo a la excusa del meteorito que va a caer en la Tierra. Simplemente funciona como desencadenante de una situación apocalíptica que crea el ambiente propicio para una trama en la que el peso del pasado tiene mucha importancia. El director nos lleva al terreno dramático que le interesa, compuesto por unos pocos personajes en una situación límite y en un ambiente hostil.
Su interés va decayendo conforme avanza la trama y se desvelan sus verdaderas intenciones. No me ha interesado especialmente pero reconozco sus méritos y su personalidad propia. Habrá que seguirle la pista a este autor.