El fallecido Ted Demme, sobrino del autor de El silencio de los corderos, nos regaló hace unos años la memorable película generacional, Beautiful Girls. El resto de su producción (Condenados a fugarse y Blow), siendo digna, no está a la altura de la película en la que descubrimos a Natalie Portman.
En 2001 y muy de tapadillo, se estrenó esta cinta suya bastante curiosa. La historia de un grupo de ladronzuelos de poca monta de origen irlandés no parece ir mucho con las inquietudes de Demme, pero esto sólo es así en apariencia. En realidad nos encontramos con elementos de Beautiful Girls (un grupo de amigos iniciando la treintena) y Blow (la lealtad, la traición y el sórdido mundo de la delincuencia).
La parte policíaca y de acción interesa poco al director, que enseguida se decanta por el análisis de la endogamia de un grupo de seres humanos y al cambio radical que opera en uno de ellos el asesinato de dos seres queridos.
Debido a un inicio “in media res”, unido a la molesta moda de no presentar títulos de créditos al principio del film, el primer cuarto de película resulta atropellado y confuso y el espectador se siente algo desorientado. Lo mejor de esta parte es un diálogo lisérgico sobre vaguedades (gustos deportivos, cinematográficos, etc) que nos da una idea de la naturaleza de los tipos que se nos presentan, despreocupados e inconscientes.
Poco a poco, la película se va centrando y mostrando sus cartas y objetivos, aunque sigue presentando una estructura narrativa algo desconcertante. Asistimos a la toma de conciencia del personaje central que deja su actitud inhibida y cobarde para tomar partido y enfrentarse a una situación injusta que cubre con un manto de insatisfacción su vida y la de sus amigos. La cinta oscila entre la descripción cotidiana del mundo cerrado en el que viven los protagonistas y la creación de una deslavazada trama de venganza.
Aún siendo una película en parte fallida, merece una cierta atención por su obvio deseo por alejarse de los convencionalismos narrativos a la hora de contarnos una historia vista cientos de veces con anterioridad. Tampoco va ayudar el hecho de que el reparto no presente ningún nombre estelar, a pesar de que todos los actores (incluido el poco fiable Denis Leary) están perfectos en sus cometidos y podemos reencontrarnos con el inolvidable protagonista de Apocalypse Now, Martín Sheen, que últimamente se hace bastante de rogar.