Una obra notable tanto en el apartado de producción como en lo que respecta al trabajo de dirección y actoral. Además de dar a conocer al público occidental una de las terribles masacres del siglo XX
Concretamente, la masacre de Nanking, o las terribles atrocidades cometidas por el Ejército Imperial Japonés contra población china en 1937.
La cinta arranca con indefinición, y la primera media hora se centra más en lo general, mostrando la matanza indiscriminada de ingentes cantidades de seres humanos anónimos.
El film crece cuando se pasa de lo general a lo particular y vivimos el intenso drama humano de personas concretas que nos permite entender mucho mejor los diferentes conflictos a los que se enfrentan.
La cinta no alcanza lo sublime por dos motivos. En primer lugar, da demasiadas vueltas sobre sí misma, quizá por el deseo de ser muy fiel a la historia, por lo que sacrifican la síntesis en pos de no eliminar ninguno de los acontecimientos con cierta relevancia.
En segundo lugar, y lo más grave, la división entre buenos (chinos) y malos (japoneses), con alguna honrosa excepción, que domina toda la historia es lo que suele provocar, precisamente, masacre como las que aquí se denuncian, cuando aviesos políticos saben usar ese odio latente, en su propio interés.
Es cierto que el director recibió muchas presiones del gobierno chino para hacer una obra casi de propaganda de exaltación patriótica, pero eso no justifica el ignorar que la maldad o bondad no son patrimonio exclusivo de una etnia, raza o nacionalidad.