¿LOS ABISMOS DE LA LOCURA?
CALIFICACION: 3,5/5
Estados Unidos, 2011.- 106 minutos.- Director: Sean Durkin.- Intérpretes: Elizabeth Olsen, Brady Corbet, Hugh Dancy, John Hawkes, Sarah Paulson.- DRAMA.- Sugerente propuesta del cine indie estadounidense que se alzó con el premio al mejor director en el Festival de Sundance, además de recibir otras nominaciones en este certamen y otros como Cannes, los Independent Spirit Awards y en diferentes certámenes organizados por asociaciones de críticos.
Sin duda alguna, lo más destacable del film es la puesta en escena y la dirección de Durkin y las excelentes interpretaciones de todo el reparto, especialmente Olsen y Hawkes, cuyo rol resulta igual de amenazante que el que bordó en Winter´s bone.
Como en ésta y en la reciente Take Shelter nos encontramos ante inquietantes pero nada tópicos ni previsibles viajes a la América profunda y rural. En este caso la travesía hacia la locura se centra en descubrir los horrores ignorados que vive la protagonista, cuyo desquiciado comportamiento va cobrando sentido conforme se nos desvelan datos de su vida anterior, sin los cuales optaríamos por catalogarla como demente.
En esta peculiar y dosificada construcción dramática, apoyada en una planificación de escenas que crea una sensación de irrealidad, de desubicación espacial y de indefinición de lo real y lo ficticio, está el mayor acierto de este personal film.
Una película que consigue que nos impliquemos con la protagonista, cuya peripecia personal vivimos en primera persona desde el principio hasta un final deliberadamente ambiguo y abrupto que nos deja sin saber más datos sobre la tercera etapa vital en la que entra la protagonista a lo largo del film. Quizá sea mejor así porque no parece nada halagueña.
Atormentada por dolorosos recuerdos y dominada por una creciente ansiedad, Martha abandona una secta y se va a vivir con su hermana Lucy y con Ted, el marido de ésta. Intenta adaptarse al estilo de vida de la clase media-alta, pero acosada por constantes pesadillas, no le resulta nada fácil. Mientras asume su soledad, la paranoia resquebraja su existencia. Finalmente, desciende a un vertiginoso estado de pánico cuando comienza a sospechar que alguien sigue todos sus movimientos.