UN RITMO Y UN TEMPO NUEVOS; NO NECESARIAMENTE MEJORES
CALIFICACION: 2,5/5
Estados Unidos, 2012.-124 minutos.- Director: Nicholas Stoller.- Intérpretes: Jason Segel, Emily Blunt, Chris Pratt, Alison Brie, Rhys Ifans, David Paymer, Jacki Weaver.- COMEDIA.- Una nueva forma de narrar, cuestionable pero estimulante. La factoria Apatow ha ido renovando la comedia hollywoodiense en este nuevo siglo con Virgen a los 40, Lío embarazoso, Supersalidos, Hazme reír, La boda de mi mejor amiga, Todo sobre mi desmadre o Paso de ti. Del mismo director de estas dos últimas nos llega este eterno compromiso matrimonial que nunca parece cristalizar en boda.
Stoller y el guionista y protagonista Segel desprecian 3 elementos de lo más taquillero: la importancia que se le da al desenlace (como si alguien no supiera desde el minuto 1 cómo van a acabar estas historias), el exceso y saturación de climax (véase Nolan) y la idealización romántica del amor como potente instrumento neo-con de domesticación y potenciación del consumo.
A los responsables del film no les importa qué pasará al final sino cómo son las vidas de los personajes mientras se acerca el previsible desenlace. Por eso, estamos ante una de las escasas muestras actuales del cine de lo cotidiano en la línea de le edad dorada del género, durante la segunda mitad de los 70 y primera mitad de los 80. Pero aquí el tono, el ritmo son tan diferentes como lo son aquella sociedad y la actual.
Las formulas hollywoodienses prácticamente desaparecen (las cosas no pasan como se supone que deben ocurrir en una película) al igual que los aspavientos dramáticos y la rutina previsible. Se sustituye por una falsa apariencia de realidad que para muchos espectadores y críticos se convertirá en una película aburrida e innecesariamente alargada. Es probable que tengan razón. Sin embargo, como ocurría con La boda de mi mejor amiga, entré en el juego. No se trata de un aburrido, tópico, artificial y casi agónico desarrollo hacia un final más que cantado (como ocurría con muchas pelis fórmula de los 80 y 90. El otro día revisé –no sé porqué- la paradigmática en ese aspecto Más fuerte que el odio con Sean Connery y Meg Ryan) sino ver desfilar ante tus ojos cómo fluye la vida de un grupo de personas con el que ya no tendrías problema en pasar 3, 4,5 horas.
Sin idealizaciones hollywoodienses que rompan el tono realista (cuando el protagonista monta su propio negocio como chef, no se trata de un mega restaurante de lujo sino de una ambulancia sucia y vieja reconvertida en puesto de nachos.
Lo fantasioso y la libertad creativa viene por el lado de la narración cinematográfica y no del contenido, como ocurre en el caso de la persecución rodada como si un cartoon clásico se tratara.