Marshall clava a los actores al suelo y sólo vemos bustos cantores, lo cual está muy bien en el teatro donde están cantando “sólo para ti” pero que es un coñazo insoportable en el cine. Y esas horribles canciones que no son sino complicados textos cantados que te acaban poniendo la cabeza como un bombo.
HACER CANTAR A TUS ACTORES NO ES LO MISMO QUE LOGRAR UN MUSICAL CINEMATOGRAFICO
CALIFICACIÓN: 1’5/5
Por Luis López.
Estados Unidos, 2014 – 124 minutos. – Director: Rob Marshall – Intérpretes: Meryl Streep, Emily Blunt, James Corden, Anna Kendrick, Chris Pine, Johnny Depp.- Aunque hablar de fiasco absoluto sería exagerado, si que se puede hablar de batacazo en toda regla. Si Donen, Kelly o Fosse levantaran la cabeza se volverían a morir del susto. Si teatro y cine son dos cosas muy diferentes, también lo son musical teatral y cinematográfico. Por razones obvias, el teatro es más estático que el cine y cuando acudimos a disfrutar un musical a la platea queremos vivir la experiencia única e irrepetible de esos actores, cantantes y bailarines representando esa función concreta sólo para nosotros y nuestros compañeros de butaca. Ahí lo fundamental son los seres humanos que se desnudan ante nosotros sobre el escenario con la armonía de sus cuerpos y voces.
El cine no tiene ese valor de experiencia única. Into the Woods es lo mismo en una sala de España que en Singapur (salvo por el doblaje). El musical cinematográfico debe compensar esa falta de exclusividad con el uso del lenguaje y la narrativa cinematográfica. Es decir, conducirnos a mundos fantásticos donde todo es posible y en que los actores pueden hacer cualquier cosa: volar por los aires, atravesar paredes o viajar de un universo a otro. En definitiva, MOVERSE y, por lo general, bailar y participar en escenas coreografiadas.
Sin embargo, Marshall (Ni Chicago ni Nine me convencieron pero con Into the Woods consigue su peor musical hasta la fecha) clava a los actores al suelo y sólo vemos bustos cantores, lo cual está muy bien en el teatro donde están cantando “sólo para ti” pero que es un coñazo insoportable en el cine. Y esas horribles canciones (del estilo de las malas de “Los miserables” o “Sweeney Todd”, cuyo libreto es del mismo autor que este “Into the Woods”) que no son canciones (ni estribillos, ni puentes que se puedan tararear ni mucho menos recordar) sino complicados textos cantados de, yo que sé, 1000 palabras por lo menos que te acaban poniendo la cabeza como un bombo. La verdad es que no soy capaz de visualizar a quien le puede gustar este bodrio. Los que detestan el musical encontraran sobradas razones para continuar en sus trece y los que lo amamos nos sentiremos ofendidos con este simulacro.
Para colmo, la peli va de mal en peor y la última media hora con el pegote de la subtrama de la mujer del gigante es como para salirse del cine. Sólo se salva la capacidad artesanal de Marshall para esconder un presupuesto bastante pobre y el reparto. Porque el toque Disney boicotea constantemente los ramalazos incorrectos de la historia.
El musical entremezcla argumentos de distintos cuentos de los Hermanos Grimm (Cenicienta, Caperucita Roja, Rapunzel) intentando analizar las consecuencias de los actos y deseos de sus protagonistas.