El lunes empecé a impartir un curso a estudiantes estadounidenses. Como en un libro de Paul Auster el día empezó con una causalidad de esas que sólo se le ocurren al genial escritor neoyorkino (aunque a mi querido erasure no le parezca así). Recibe un paquete postal de mi amiga de Vermont, Rachel, con diversos recuerdos de la vida americana que periódicamente me envía para alimentar mi esquizofrenia amor (me mola toda la cultura pop americana) / odio (yankees go home) hacia lo gringo. Además me enviaba el primer libro que le han publicado a su madre ¡dedicado en castellano por la autora! Espero que se haga muy famosa en el mundo entero y que esa dedicatoria se convierta en oro…je! je! Comí un sandwich a la ¡una de la tarde! (eso sí de chichi serrano y salchichón ibérico, nada de mantequilla de cacahuete) porque tengo la clase a las 13.30. Ya os hablaré un día de mis queridos alumnos. Por la tarde-noche cumplí con mi cita mensual de la partida de bolos con El nota, Belenuska y Sonieta (tengo que ponerme en el lado izquierdo de la pista para que la bola vaya centrada ¡recordádmelo!) y como se hizo la hora de la cenuka y en la bolera solo ponen hot dogs y burguers, pues hala mas vida americana. Me pare a pensar tras hacer unos patéticos 87 puntos en la última partida, que la globalización de costumbres impuesta desde EEUU se había convertido en paradigmática en mi lunes 24 de septiembre de 2007. Tengo que irme urgentemente de tapas, ir al jurgol con los amigotes y comerme unas buenas lentejas o si no me encontraré con Zapatero en alguna recepción oficial y (al estilo Bush) le diré Hola ¿qué tal? Good to see again. No desprecies la amistad de ninguna mujer. Siempre puede tener amigas chachis.
El lunes empecé a impartir un curso a estudiantes estadounidenses. Como en un libro de Paul Auster el día empezó con una causalidad de esas que sólo se le ocurren al genial escritor neoyorkino (aunque a mi querido erasure no le parezca así). Recibe un paquete postal de mi amiga de Vermont, Rachel, con diversos […]