HUYENDO DE LA LAGRIMA FACIL
CALIFICACION: 3/5
Estados Unidos, 2014.- 110 minutos.- Director: Philippe Falardeau.- Intérpretes: Reese Witherspoon, Corey Stoll, Sarah Baker, Sope Aluko, Sharon Conley, Mike Pniewski, Arnold Oceng, Clifton Guterman, Ger Duany, Emmanuel Jal, Kuoth Wiel, Femi Oguns, Lindsey Garrett.- DRAMA HISTORICO.- El canadiense Falardeau ya demostró su habilidad para tratar con sensibilidad, pero sin sensiblería ni vergonzante búsqueda de la lágrima fácil, terribles dramas humanos como el del protagonista de su Profesor Lazhar (2011). Aunque sus primeros films no estrenados en España eran comedias de corte social, su salto a Hollywood se ha producido con un drama sobre la inmigración. La meca del cine se caracteriza por su tendencia a clasificarlo todo en categorías y Falardeau les ha parecido el director más indicado para acercarse a este tema, ya que la citada Profesor Lazhar nos narraba las peripecias de un inmigrante argelino en el Canadá francófono.
El hecho real al que nos acerca la película daba para un dramón tremebundo de esos que tanto se premian en el cine europeo en general, y en el español en particular, anteponiendo, casi siempre, el componente testimonial sobre la calidad artística. Sin embargo, La buena mentira huye como de la peste del tremendismo inherente a la historia y, sobre todo, de la redundancia y el subrayado. La primera media hora está dedicada al éxodo de los protagonistas a través del continente africano y con dos o tres peripecias terribles el espectador se hace una idea diáfana e imborrable del sufrimiento de estos seres humanos. No hace falta más. De hecho, lo contrario, sería contraproducente y alejaría a los espectadores más sensibles de esta emotiva e inspiradora odisea humana.
Otro acierto achacable al guión y la dirección es la capacidad de síntesis y de uso de la elipsis. La resolución de la mayoría de conflictos es previsible dado el hecho de tratarse de una historia real. Por tanto, el film no dedica minutos y minutos a un reencuentro o a una revelación sino que lo resuelve velozmente pero, a la vez, trasmitiendo la enorme dificultad de los mismos e incluso obteniendo una inesperada sensación de sorpresa.
La parte más interesante del film es aquella dedicada a la adaptación de los sudaneses a la vida americana con sus contrastes y contradicciones. El film nos recuerda, sin discursos ni panfletos, todas aquellas comodidades y ventajas que los occidentales parecemos olvidar pero también las complejidades, presiones y obligaciones de la vida moderna. Es en este segmento donde aparece el personaje muy secundario pero importante de Whiterspoon cuya evolución vital y personal no desmerece del tema principal: la diferente manera en la que los tres hermanos sudaneses reaccionan ante la sociedad yanqui.
El tramo final centrado en el reencuentro dificultado por la psicosis post-11S nos ofrece una manera ejemplar manera de mostrar el sacrificio personal por los seres queridos. Quizá la cinta se disperse en algunos momentos y no encuentre siempre el punto de vista ni el tono adecuado para lo que está narrando pero creo que merece más éxito del que le presumo: la tarde del estreno estaba yo sólo en la sala.
Cuatro jóvenes refugiados de la guerra civil sudanesa consiguen reubicarse en los Estados Unidos junto a otros «niños perdidos del Sudán». Tras su llegada a América, los jóvenes conocen a Carrie, una trabajadora social que, aunque no muy consciente de lo que han pasado, trata de enseñarles cómo desenvolverse en el mundo moderno.