El problema de fondo es que todo El Hobbit sufre de un mal de exceso y que la historia que nos cuenta tampoco daba para tanto. Una vez acabado nos damos cuenta de que apenas hemos llegado a conocer medianamente a algunos de sus personajes, que otros simplemente pasaban por allí (véase por ejemplo la mayoría de los enanos) y la mayoría de las tramas que se inventan para unir las dos trilogías apenas añaden nada nuevo.
Por José Antonio Pérez.
TODO ESTO…¿PARA ESTO?
CALIFICACIÓN: 2/5
Estados Unidos, 2014 – 144 min. – Director: Peter Jackson – Intérpretes: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Luke Evans, Orlando Bloom, Aidan Turner, Evangeline Lilly, Lee Pace, James Nesbit, Cate Blanchett, Hugo Weaving, Billy Connolly, Christopher Lee, Stephen Fry, Ian Holm, Sylvester McCoy. AVENUTRAS EPICO-FANTASTICAS.-Pues bien, ya se ha acabado el viaje. Una vez presentados los personajes, encontrado el anillo, muerto el dragón, reconquistado el reino de los enanos y ganada la batalla, ya no queda nada más de Tolkien que Peter Jackson pueda trasladar a la gran pantalla, a no ser que los herederos del escritor británico les dé por vender los derechos de El Silmarillion, cosa bastante improbable a tenor de la poca gracia que les han hecho las adaptaciones.
Tras las casi ocho horas de metraje que se ha utilizado para trasladar las apenas trescientas páginas del relato original, la sensación que queda es que el empeño de Jackson en conectar más si cabe esta trilogía con la de El señor de los anillos -para darle el gusto a los fans (y sacarles el dinero de paso)- se ha saldado con una sobresaturación de personajes y de situaciones que en vez de sumar más bien le han restado profundidad al resultado final.
A pesar de que Jackson es un director que sabe muy bien qué hacer con la cámara, lo que hace que los tres films transcurran con bastante fluidez, tiene tendencia a alargar demasiado las escenas de acción. Eso en realidad sería un problema menor si el guión que tiene entre sus manos dedicara el tiempo suficiente (y por tiempo no será) a profundizar no sólo en los personajes sino en los temas que propone Tolkien y que, al fin y al cabo, en cierta forma también estaban en El señor de los anillos.
Sin embargo, el problema de fondo es que todo El Hobbit sufre de un mal de exceso y que la historia que nos cuenta tampoco daba para tanto. Una vez acabado nos damos cuenta de que apenas hemos llegado a conocer medianamente a algunos de sus personajes, que otros simplemente pasaban por allí (véase por ejemplo la mayoría de los enanos) y la mayoría de las tramas que se inventan para unir las dos trilogías apenas añaden nada nuevo.
Todo esto se hace patente en La batalla de los cinco ejércitos, film que sirve como colofón de El Hobbit y en el que se utiliza buena parte de las dos horas y media de metraje para trasladar la batalla del título. Todas las tramas desplegadas acaban desembocando (algunas de forma bastante torpe) en ese momento supuestamente épico que empieza a buen ritmo pero que poco a poco acaba perdiendo fuelle a fuerza de soportar una serie de luchas y acrobacias que parece que nunca van a tener fin.
Una vez terminado todo, con un epílogo que curiosamente resulta demasiado escueto, la sensación que queda es de cierta decepción. De que todo esto se podría haber contado mejor con mucho menos y de que a pesar de todo el despliegue de medios, El Hobbit entretiene… pero ni enamora ni deja el más mínimo poso. Y es una pena.