Dada mi edad, no tengo ni idea de si la película refleja bien o no lo que significa ser adolescente en la actualidad, al menos en el mundo occidental. Habría que preguntarle a una persona de esa edad y tampoco la respuesta sería fiable pues no todas las personas de la misma edad tienen porque ser o pensar igual.
Lo que sí que puedo destacar que, hablando de un universo totalmente ajeno al mío, el film me ha interesado casi siempre y me ha conmovido en más de una ocasión. Y me ha servido para recordar mis propias angustias y percibir que, aunque la cultura popular y las formas de relacionarse son muy diferentes a las de mi adolescencia, las preocupaciones e inquietudes no son tan diferentes: obsesión por ser aceptado, integrarse y molar, mostrar falsa seguridad o ver a los adultos como los seres más horribles del mundo.
Todos los momentos de la difícil pero, a la vez, entrañable relación de la prota con su padre, la fiesta en la piscina, la terriblemente sorda escena de la parte trasera del coche o la conversación de la protagonista con el chico al que desea bajo los pupitres muestran una voz notable de este actor y monologuista que debuta como director de cine.
Mención aparte merece la conmovedora interpretación de la protagonista que aprovecha al máximo unos dialogos y monologos que parecen captar a la perfección la voz de una extraña generación a la que entendemos y no entendemos a la vez.
Eight Grade es uno de los éxitos del cine indie estadounidense de 2018 obteniendo nominaciones (fundamentalmente al guión y a la actriz principal) en premios como los Globos de Oro, los Independent Spirit o el Círculo de Críticos de New York). Todavía no tiene fecha de estreno en España