DOS PELICULAS (MAS COMPLEMENTARIAS DE LO QUE PARECE) POR EL PRECIO DEL UNA
CALIFICACION: 3/5
Estados Unidos, 2013.- 109 minutos.- Director: Steven Soderbergh.- Intérpretes: Rooney Mara, Jude Law, Catherine Zeta-Jones, Channing Tatum, Vinessa Shaw. THRILLER DRAMATICO.- Soderbergh se retira. Así lo ha afirmado y éste es su último largometraje. Si no reconsidera su decisión en el futuro, el cine habrá perdido a un hombre importante. En una larga carrera de más de 20 años y 30 títulos (ser prolífico era algo normal en el Hollywood clásico y, sin embargo, ahora resulta extraño y hasta criticado) ha habido de todo, pero su cine siempre es estimulante e intenta discurrir por caminos no trillados.
El film que nos ocupa, junto a Girlfriend experience y Magic Mike, forma una especie de trilogía que sirve como termómetro moral de nuestro tiempo. Todas giran alrededor de la renuncia a los valores morales en pos del enriquecimiento y la mejora de la posición social.
Ambientada en el mundo de la psicofarmacología, ciencia que estudia cómo afectan las drogas a la mente humana. Emily es una joven que se vuelve adicta a un nuevo medicamento que le receta su psiquiatra, que se la proporciona para poder manejar su ansiedad por la inminente liberación de la cárcel de su esposo Martin.
La cinta ha sido criticada negativamente en algunos sectores de la prensa especializada y el público por su radical giro argumental y genérico mediada la proyección y por dirigirse hacia los senderos del efectista thriller repleto de giros argumentales inesperados. Sin embargo, contra todo pronóstico está arriesgada decisión narrativa funciona perfectamente y refuerza el componente crítico y revelador del film.
Sólo usando las constantes genéricas del cine negro, resguardándose bajo su paraguas, Soderbergh puede ilustrar, sin caer en el ridículo, los extremos a los que se puede llegar para no perder unos privilegios innecesarios pero que llegan a parecer imprescindibles cuando se alcanzan y se tienen como objetivo vital.
De igual manera, el desenlace resulta proverbial como uno de los mejores falso happy end del cine reciente, constatando la cruda realidad de que, en ocasiones, cónyuges, colegas y amigos nos valoran más por lo que tenemos y aparentamos que por lo que somos.